Si aquí abajo está tu nombre, has hecho feliz a una persona más.

martes, 20 de marzo de 2012

You know my name, not my story.

Estoy sentada en el sofá de mi salón, esperando a que mi padre termine de comer. En el telediario, nos cuentan las últimas noticias del día. Es el momento más normal que estoy teniendo en bastante tiempo. Por la noche pienso; pienso ¿por qué? Por qué no puedo tener energías a rebosar como todos los de mi edad, por qué no puedo estar ahora mismo en el instituto, quejándome de las clases. Por qué llevo tantísimo tiempo así, sin que me digan nada claro, por qué tengo que ocultar tantas cosas a la gente... Por qué no puedo llevar una vida más o menos normal, como la de casi todos. 
Me conoces, y me ves simpática. Una chica que todos los días sueña con conocer a su ídolo, una chica con miles de ideas en mi cabeza, una chica con ganas de reír y que nunca te defraudará. Llegué a la conclusión de que era mejor que la gente viera esa parte de mí, y no la otra. 
Puede que nunca te lo haya mostrado, pero también puedo ser una chica egoísta, una chica que sólo quiere saber de lo que le interesa. Alguien insoportable, con miles de complejos. Puedo ser mala, y puedo hacerte enfadar, o hacerte sentir triste, aunque no lo sienta realmente. Puedo hacer todas esas cosas, pero siempre preferí ocultarlo. 
Conoces mi nombre, no mi historia. No lo olvides.

-Mónica.

lunes, 19 de marzo de 2012

La vida es escalar.

Cuando escuchas una canción que te hace pensar, y no puedes evitar mirar a otro lado y llorar. Cuando sabes que estás haciendo algo que tienes prohibido, y que te dará más problemas de los que tienes, pero sin embargo no te importa. Cuando sientes que nadie te termina de entender. Cuando quisieras desaparecer de este lugar. Cuando quieres cambiar tu rutina de siempre. Cuando no sabes qué hacer. Cuando las personas te van olvidando. Cuando te sientes casi sola, cuando no sabes si realmente tienes a alguien. Cuando sabes que ni las súplicas pueden arreglar esas cicatrices, cuando te avergüenzas de ti misma.
Es ese el momento en el que te das cuenta de que te has caído. De que te has hundido, y de lo que cuesta seguir adelante y levantarse. Te das cuenta de lo que has hecho, de lo que fuiste y lo que eres, y no pretendes ser otra persona diferente. 
Cuando estamos en esos momentos, lo que de verdad necesitamos que alguien que nos venga desde la cima de la montaña y nos diga: "¿No es preciosa la vista desde allí arriba? Ven, podremos alcanzarla juntos".


-Mónica.

In real life.

En la vida real, ahora mismo tengo mil cosas que hacer. Trabajos, exámenes, estudios. En la vida real estoy casi totalmente sola, y las cosas son difíciles. Así que sueño, y en mis sueños todo es mucho más perfecto. Me levanto todos los días con una sonrisa en la cara, cosa que hace mucho tiempo que no ocurre. En sueños, soy capaz de hablar con todo el mundo, de sentirme a gusto conmigo misma, de hacer lo que me gusta, de ser completamente feliz. En mis sueños no hay falsos a mi alrededor, todo parece un perfecto cuento sin final. Pero siempre termino despertándome, y por consecuencia, dándome cuenta de que todo eso era una gran mentira. En la vida real me cuesta mantener una sonrisa para todo el mundo, me cuesta no dañar a las personas, y me deprimo bastante cuando estoy sola. 
En la vida real todo es más duro. Personas que se van y nunca vuelven, sentimientos totalmente diferentes. Aquí, quisieras arreglar el mundo, aunque sabes que no podrás. Querrías salvar el planeta, pero sabes que es imposible. La gente te olvida, y tú los olvidas a ellos. Aquí no todo tiene un final feliz, o qué digo, nada tiene un final feliz. Porque a fin de cuentas, siempre llegará el momento en el que la vida real se apague, en el que no vivirás más en esa "realidad". ¿Podrás después de tanto sufrir, vivir por fin en tus sueños?
-Mónica.

Stay.

Es tarde. Lo apagas todo, y te metes en la cama. Vas a dormir, o es lo que se supone. Empiezas a dar vueltas, pero la verdad es que hay cosas que no se van de tu mente, especialmente una persona. No paras de pensar en él, y en todo lo que ha pasado... Y estás feliz. Sonríes, nada te ha hecho gracia y estás sola en la habitación, pero sonríes igualmente. Hace tiempo te pasó lo mismo, sentías tanta felicidad, que comenzaste a llorar. Llorar de alegría, de comodidad. En este momento, comienzas a reírte. ¿Qué estás haciendo? Te preguntas. Si alguien te viera ahora mismo, pensaría que estás loca. Puede que lo estés, todo el mundo se vuelve loco de vez en cuando. Entonces, una lágrima brota de uno de tus ojos. Pero no estás triste, al contrario, sigues sonriendo. Piensas, ¿de verdad esto le pasará a más gente? ¿Soy la única? ¿O es esto lo que se siente, cuando estás enamorada? Una sensación muy satisfactoria te recorre todo el cuerpo. No estás segura de lo que es. Entonces, dejas de llorar. No puedes llorar. Estás tan sumamente feliz, que no puedes pensar en problemas, no puedes llorar, tu cuerpo te lo prohíbe. Te sientes tan bien, que rezas porque puedas parar el tiempo y quedarte así para los restos. 
La verdad es que no te imaginas una vida sin esa persona, y tampoco hace falta imaginársela. Todos buscamos la felicidad absoluta, y si la encontraste en ese momento con esa persona, ¿por qué perderla? 
-Mónica.